Noviembre 2015
A continuación, el recuento de las tragedias ocurridas en el mundo del montañismo chileno entre octubre del 2014 y marzo del 2015.
Sí, leyeron bien. Octubre del 2014 y marzo del 2015. Descomunal atraso mío debido a que he estado bien ocupado en terminar de escribir un libro que puede dejarme sin cabeza. Sin embargo, la increíble alza en la cantidad de accidentes de montaña o escalada que han ocurrido en el último tiempo en nuestro país, me motivó a no demorar más la presente entrega, la cual, a pesar de su atraso, igual contribuye con su grano de arena a promover un debate informado.
Aprovecho de agradecer a todos quienes me ayudaron a compilar esta información. Personas, testigos o protagonistas, que ahora por razones de formato no menciono, pero cuya contribución no puede ser pasada por alto pues no trepidaron en compartir detalles conmigo a pesar de lo doloroso que a veces fue el proceso de rememorar.
Con respecto al recuento mismo, este fue construido con las reglas de siempre: la intención de cubrir en su totalidad todos los accidentes con resultado fatal, en actividades que tienen directa o indirecta relación con nuestros ambientes de montaña, presentados en orden cronológico y cuyo objetivo último es tratar de entregar datos; no buscar ni negligencias, ni culpables.
Comencemos.
Centro de Esquí Pucón
El primer incidente de la temporada aconteció el 12 octubre del 2014, en el sector Juncalillo del centro de esquí Pucón.
Aproximadamente a las 4 y media de la tarde, una media hora antes que se diera por terminado el día (el que además era el último de la temporada), el snowboardista de 27 años de edad, Ignacio Figueroa, cayó a una zanja cuando se desplazaba por la Pista 7, un poco más abajo de la cafetería. Figueroa quedaría con graves lesiones y, producto de sus heridas, lamentablemente terminaría por fallecer en el hospital San Francisco de Pucón.
Esta sería la única víctima ocurrida en algún centro de esquí el 2014. Quizás recuerden a los dos extranjeros en el área del San Lorenzo dos semanas antes de este caso, pero ellos efectuaban un descenso extremo en las montañas, no en las instalaciones de alguna empresa o concesionario.
Campo de Hielo Norte
El argentino Juan Basombrio pretendía cruzar transversalmente en solitario el Campo de Hielo Norte, desde la laguna San Rafael hasta el lago Colonia.
La actividad la inició el 6 de octubre. Tras realizar algunos porteos, entró al glaciar y, a pesar del habitual mal tiempo, pareció desenvolverse sin problemas. Pero luego, el 19 de octubre, usando el localizador satelital que portaba, y estando a unos 13 o 14 kilómetros de las instalaciones de CONAF, reportó que había sido detenido por un mar de grietas. Dos días después notificó que el avance se estaba haciendo tan lento por lo complicado del terreno que, y dado que tenía solo recursos para permanecer autónomo por 3 días más, había decidido regresarse.
El 22 en la mañana avisó que todo seguía OK, 23 y 24 no habría más mensajes, pero el 25, día en el cual se suponía su actividad terminaba, no apareció. Y tampoco el 26, ni el 27. Creándose ingente preocupación a medida que los días pasaban y pasaban y no había novedades acerca del paradero de Basombrio. Hasta que fue evidente que algo había acontecido.
Se desencadenó la alarma y el operativo de búsqueda y rescate, como es lo habitual, fue extendido en el tiempo, involucrando esfuerzos públicos y privados y desplegándose a medida que el clima lo permitía. Hasta que el cuerpo sin vida de Basombrio fue encontrado el 24 de noviembre, en una rimaya terminal, en un punto más al norte de lo que debería haber sido su vía de regreso.
Si esta desviación fue hecha a propósito para evitar las grietas, o bien un problema de orientación suscitado por el mal tiempo, será algo que nunca se podrá saber.
Shawagunks
Aproximadamente tres semanas después, el 15 de noviembre, la chilena Heidi Duartes, de 28 años de edad, se encontraba haciendo escalada tradicional en Shawagunks, una popular zona ubicada a unos 150 kilómetros al norte de la ciudad de Nueva York. Esto es, por supuesto, Estados Unidos.
Duartes se abocó a intentar la ruta Yellow Wall (5.11c), pero cuando llevaba escalando unos 7 u 8 metros, sin haber todavía seguros intermedios de protección, un pie se le resbaló y cayó directo al suelo, golpeándose en la base de la nuca. Sí, estaba usando casco.
Duartes recibió inmediata y apropiada asistencia, incluyendo RCP en el sitio y también durante su traslado. Pero no recobraría conciencia y su muerte debió ocurrir en alguno de esos momentos. Si es que no en el impacto mismo.
Cordillera del Avellano
Casi en esos mismos instantes se desarrollaba una actividad del Equipo Femenino de Alpinismo de España (EFA), que visitaba Sudamérica como expedición de fin de curso de la promoción 2012-2014.
El grupo estaba compuesto por su director, Pere Vilarasau, y los integrantes Inma Garrido y Tamara Romero. En una primera etapa visitaron el Cordón Cochrane, junto a otras personas, que fue donde se les sumó el argentino Mariano Rueda, de 50 años de edad, con quien estaba contemplado continuar el resto del viaje.
Después de escalar en la zona de Chile Chico, los cuatro escaladores se dirigieron a la Cordillera del Avellano. Tras varios días de difícil aproximación, instalaron un campamento a mil metros de altitud en el Valle del Ventisquero y examinaron el lugar para decidir qué objetivos iban a intentar.
El 20 de noviembre amaneció despejado y se separaron en dos cordadas. La primera, constituida por Garrido y Romero, atacó una línea de unos 600 metros de escalada mixta. La segunda, Vilarasau y Rueda, tomó una pendiente de 45 grado de nieve para acceder a una arista que al parecer accedía a una cumbre sin nombre. Pero alrededor de las 14 horas, una pequeña pero pesada avalancha de nieve primavera agarró a Rueda y lo arrastró, terminando por arrojarlo por sobre un resalte rocoso de unos 100 metros de alto.
Después de comprobar el fallecimiento de Rueda, Vilarasau se juntó con las otras integrantes y, tras pasar una noche más en el área, juntos salieron del Valle para iniciar el doloroso proceso de comunicar lo ocurrido.
Llaima
Casi un mes después, los volcanes australes.
Los turistas alemanes Roland Hüskes (57) y Dorothee Dorner (41) habían llegado a Santiago el 14 de diciembre y se dirigieron al sur de Chile con la idea de iniciar una serie de ascensos y caminatas.
El 21 de diciembre iniciaron la subida del volcán Llaima pero no regresaron a su camioneta, que estaba estacionada en el centro de esquí Araucarias. Dos días después se notificó a Carabineros de la situación, dándose inicio a una cadena de desencuentros. Clase de problemas que normalmente yo no describo, pero que ahora es necesario para entender mejor la cronología de lo que sucedió.
Primero, el vehículo fue inspeccionado el 24 de diciembre por Carabineros; seguido de un sobrevuelo en helicóptero al día siguiente, que vio una pareja de montañistas subiendo el volcán y dio con una carpa armada, a la cual además se le hizo una inspección física. Con tales antecedentes, Carabineros de Chile asumió que se trataba de los turistas supuestamente perdidos, luego de lo cual se dio por terminada la emergencia.
El problema fue que esas personas visualizadas correspondían a otra cordada; un par de chilenos que, a sabiendas que había una pareja alemana perdida, y precisamente para evitar confusiones, se habían registrado como tal previamente antes de partir. Hecho que Carabineros al parecer desconocía.
El malentendido hizo perder tiempo y solo se reveló como tal días después, nevazón de por medio, cuando se hizo patente que la camioneta seguía en el lugar. Se inició una tole-tole entre Carabineros, el Centro de Esquí, CONAF, ONEMI, Bomberos, el Ministerio Público, el Ejército, grupos de rescate… Desorden que fue la razón por la cual se demoró tanto en encontrar los cuerpos de estos turistas; en rigor, 39 días después de haber ingresado al cerro.
Con respecto a las causas de sus decesos, usando la evidencia disponible y circunstancial, se indicó que lo más probable es que hubieran fallecido debido a que una avalancha/desprendimiento los habría impactado a cota 2.780 (el Llaima tiene 3.125).
Marmolejo
Y de ahí a los Andes Centrales.
En la primera quincena de enero (ya en el 2015), un grupo de 5 personas se dirigió al Marmolejo para intentar su ascenso por la ruta normal. La actividad comenzó el día 10 y se desarrolló sin mayores inconvenientes, llegando ellos seis días después a instalarse a 5.200 metros. Al día siguiente, 17, tres de sus integrantes hicieron cumbre mientras dos se quedaban en el campamento esperándolos, siendo uno de ellos Soraya González, la única dama.
Tras pasar una noche más a tal altitud, el 18 comenzarían el descenso. Sin embargo, a poco andar, y sin delatar síntomas especiales que advirtieran de un algún problema serio, salvo los clásicos que la altitud provoca, González se desvanecería y terminaría por fallecer a pesar de los esfuerzos por reanimarla.
Su cuerpo sería evacuado de la montaña algunos días más tarde, el 22, cuando sus restos fueron movilizados terrestremente a una menor altitud y de ahí recogidos por un helicóptero.
Incidentes indirectos
Hasta aquí lo que más o menos tiene relación directa con nuestra comunidad.
Pero hubo otros episodios cuya inclusión en este reporte podría ser pertinente, o no, dependiendo de las definiciones que se utilicen. Por ejemplo accidentes cuyas víctimas son turistas, no deportistas; o aquellos acaecidos en montañas limítrofes cuyo desarrollo principal no transcurre por Chile. Juzguen ustedes.
El primero de estos casos, que podríamos llamar indirectos, aconteció el 26 de octubre, con la caída de un menor de edad de 14 años que andaba tomando fotos en el sector de La Colorada, camino al Lago Castor, alrededores de Coyhaique. Por razones no del todo comprendidas, el muchacho, que era parte de un paseo familiar, se precipitó por sobre uno de los enormes barrancos que existen en la zona, experimentado una caída de por lo menos 100 metros de alto que le ocasionaría su muerte.
Después se tiene el misterio del Ingeniero agrónomo Wilbert Retamal, quien el 8 de noviembre viajaba como pasajero junto a Néstor Fuenzalida en un helicóptero piloteado por Luis Momberg. Viniendo desde el norte, el destino final del vuelo era Osorno, pero decidieron hacer un alto en el camino y aterrizaron para almorzar en una de las termas del volcán Puyehue. Sin embargo, al terminar y tratar de elevarse para continuar viaje, las alarmas del helicóptero se activaron, delatando una aparente incapacidad del aparato para volar, en las condiciones atmosféricas que se estaban presentando, con las tres personas al mismo tiempo. Por ello Momberg decidió hacer una posta de varios viajes hasta dar con una atmósfera más densa. Primero transportó a Retamal y lo dejó en una loma al sureste de la cumbre, muy cerca de la boca del cráter; a continuación regresó por Fuenzalida y, al pasar a buscar de nuevo a Retamal donde lo habían dejado… no lo encontró. Lo buscaron por varias horas, hasta que llegó la noche y, sin más opciones, tuvieron que bajar a avisar de lo ocurrido. Y ni les cuento la que se armó…
Un mes y medio después, sería el turno del Ojos del Salado, pero por la vertiente argentina. Un integrante de una cordada de montañistas vascos, Fernando Ossa, se sintió mal cuando estaba a 6.350 metros, quedando inhabilitado de poder desplazarse por sus propios medios. Mientras uno de sus compañeros bajaba para avisar de la emergencia, otro se quedó con él dentro de una carpa. Luego de lo cual se desencadenarían idas y venidas, siendo varios los esfuerzos binacionales aéreos y terrestres para ir en su ayuda. Pero, al final, nada de eso serviría y Ossa fallecería en la noche del miércoles 31 de diciembre.
El último caso sería uno muy parecido al anterior, pero en el Tres Cruces, a fines del verano. Se trataba del montañista indio Malli Mastan Babu, quien se había hecho mundialmente conocido en el 2006 por haber terminado el desafío de las 7 Cimas en… ¡172 días! (una cumbre por mes, cada una de ellas en diferentes días de la semana).
Babu, acostumbrado a ascensos rápidos, pretendía aplicar lo mismo en el Tres Cruces, que fue la razón por la cual no más entrar al cerro, el 22 de marzo, le tomó solo un día más hacer cumbre. El problema sería que en el descenso fue sorprendido por el inusual frente de mal tiempo que asoló el norte de Chile y Argentina por aquellos días. Después de lo cual, de Babu nada más se sabría.
Hasta que el experimentado montañista argentino Mariano Galván, inserto dentro de uno de los varios operativos de búsqueda que se efectuaron, daría con su cuerpo sin vida a 5.950 metros. También se recuperaría su cámara fotográfica, donde se encontró una foto de Babu en la cumbre tomada a las 10 de la mañana de aquel 23 de marzo. Lo que demostró que efectivamente la tragedia habría ocurrido en el descenso.
Para no olvidar
Esta sería la lista de casos mortales. Una que podría parecer abultada para el período, pero esperen a ver cuántos hubo de aquellos que no tuvieron desenlace fatal.
Entendiendo claramente que los aquí indicados no son todos los que ocurrieron, una primera aproximación debería incluir el caso del chileno atrapado en una avalancha en Kanakaskis (Canadá), la de la chica que cayó diez metros al acabársele la cuerda mientras rapeleaba en Cochamó, una gravísima fractura de pie en la palestra de Chacabuco, en el volcán San José una chica que reportó problemas y fue evacuada en helicóptero, una fea caída de 10 metros en el volcán Osorno en octubre debido a la salida de una estaca de nieve, una persona deshidratada en el volcán Antuco en marzo, al menos tres edemas pulmonares (Alto San Juan, Llullaillaco, volcán San José), los ya ahora típicos dedos congelados de los escaladores del sur de Chile que están actuando en Patagonia, muchas caídas de rocas, y decenas, decenas y decenas de casos de perdidos, atrasados, esguinces y fracturas varias.
Eso sería todo.
En la próxima entrega veremos aquellos ocurridos en los siguientes seis meses, esto es abril a octubre del 2015, período en el cual, lamentablemente, se confirma la tendencia al alza en el número de incidentes.
Por mientras, y a la espera de tal informe, quisiera compartir con ustedes un pensamiento.
Recordarles que, cuando se está hablando de accidentes, es buena idea siempre hacerlo con humildad y no dárselas de sabiondo invencible. La vida da muchas vueltas y no vaya a ser que el escalador a quien se ha criticado tan severamente por haber sufrido un percance, incluso tildándolo de tonto, sea precisamente quien vaya en tu ayuda cuando seas tú el accidentado.
Nos vemos.

 


 

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