Accidentes Abril – Octubre 2018

Las reglas siguen siendo las mismas de siempre, entre ellas que aquí solo nos enfocamos en los hechos y sin entrar en interpretaciones o búsquedas de negligencias. En lo que sí hay un cambio con respecto a lo que se venía haciendo hasta ahora, es que a partir de hoy no mencionaré los nombres de las personas que me han ayudado a conseguir los datos necesarios para redactar estos reportes. Por una muy simple razón: para protegerlos dado lo delicado del tema.

Expresado lo cual, comencemos con el recuento siguiendo un estricto orden cronológico.

El escalador chileno Fernando Mingram, de 28 años de edad, intentaba la Pared Sur del Arenas en solitario el domingo 6 de mayo. Sin embargo, esa noche no llegó de regreso a su campamento tal y como estaba acordado con algunos amigos que ahí lo esperaban; lo que primero provocó preocupación y, después, la notificación de lo ocurrido a Carabineros de Chile.

Al día siguiente, un helicóptero de esta institución pudo avistar desde el aire, tras varios sobrevuelos, lo que parecía ser el cuerpo inmóvil de una persona. Luego de lo cual el aparato depositaría, en la meseta intermedia que tiene esta Pared, a una cordada cívico- militar que, pasado el mediodía, confirmó que lo observado correspondía al cuerpo sin vida de Mingram.

La información circunstancial recopilada por los rescatistas permite conjeturar que el accidente debió suceder en los últimos metros de la ruta; cuando Mingram, escalando autoasegurado, se habría colgado de un clavo que terminaría por salirse. Caída que, lamentablemente, tampoco podría ser detenida por el anclaje de la reunión ubicada más abajo, debido a que ésta también se reventaría debido a la magnitud de las fuerzas involucradas.

Pasado el mediodía del martes 5 de junio, Cristóbal Giadach (33), profesor de la Universidad Diego Portales, se dirigió a los faldeos del cerro Provincia para lo que en un principio se pensó era una más de las caminatas que gustaba de realizar. Sin embargo, al pasar las horas y desaparecer cualquier tipo de comunicación con él, surgió una creciente preocupación que derivó en algún momento en una denuncia por presunta desgracia.

La subsecuente búsqueda (que incluyó el uso de drones) se hizo con precaución debido a que Carabineros pudo comprobar que Giadach había comprado cianuro días antes de subir el cerro. Hasta que en la tarde del sábado 9 de junio se localizaron sus restos mortales a no más de 20 minutos del estadio de la Universidad Católica en San Carlos de Apoquindo.

Posteriormente se comprobaría que efectivamente Giadach se había quitado la vida con cianuro.

Un grupo de dos profesores, dos ayudantes y 55 alumnos de la carrera de Geología de la Universidad Austral se encontraba realizando prácticas en terreno en el sector cordillerano de La Cantera, en las cercanías de Neltume. Cuando, aproximadamente a las 16:30 horas del 9 de junio, se produjo un desprendimiento de tierra, piedras y arbustos que impactó a ocho alumnos.

La mayoría de ellos sufrió heridas sin riesgo vital; no así Cristián Contreras, de 24 años de edad, quien resultó con un TEC cerrado tan grave que, a pesar de ser evacuado rápidamente al Hospital de Panguipulli, acabaría por fallecer en dicho recinto a las 18:00 horas debido a un paro respiratorio.

El miércoles 11 de julio, el montañista Marcelo Alfaro (54) llegó a la zona del valle del Toro, comuna de Molina. Al día siguiente salió del camping donde alojaba pero no regresó. Lo que fue tan extraño (su vehículo, la carpa y parte de sus pertenencias continuaba en el sitio) que el dueño del lugar decidió dar aviso de lo ocurrido a Carabineros.

Tras barrerse la zona por varios días, sus restos sin vida serían encontrados en la tarde del viernes 20, al costado de unos paredones en el kilómetro 19 de la ruta K-275. Aproximadamente a un kilómetro desde donde había salido.

Entendiendo que no existe forma de verificar exactamente lo sucedido, y dado que se puede descartar que su accidente se haya debido a que anduviera escalando (Alfaro no traía consigo el equipo respectivo), la teoría que suscita mayor consenso es que se habría caído, sin querer, desde lo alto de los farellones debido a la oscuridad reinante (su linterna se encontraba en el campamento).

El chileno David Abdala (21) y las estadounidenses Rose Franke (23) y Hannah Bozzy (25) entraron en la tarde del sábado 13 de octubre al camping Malalcura (a 22 kilómetros de Antuco), con la intención de visitar las cascadas que allí se encuentran.

En la mañana del día siguiente, el administrador del sitio fue a verificar el estado de las tuberías que surten de agua al recinto. Desplazamiento en los cuales encontró mochilas y ropas al borde de uno de los pozones que forma el río Malalcura; pero sin señales de sus dueños. Lo que derivó primero en preocupación y, después, tras movimientos varios, en la presentación en la tarde del domingo, de una denuncia por presunta desgracia.

A pesar que en esos mismos instantes comenzaría un procedimiento de búsqueda, solo alrededor del mediodía del lunes se ubicarían los cuerpos sin vida de los tres jóvenes en distintas secciones de la cascada.

La información recabada permite conjeturar que, dado que los objetos y vestimentas que se encontraron al borde del agua estaban secos y pertenecían a solo una persona (Bozzy), lo más probable es que ella se haya sumergido en el pozón y, por alguna razón (lo resbaladizo de las rocas y/o lo fuerte de la corriente) terminó por ser arrastrada hacia el borde de la cascada. Lo cual de seguro desencadenó un inmediato intento de ayuda por parte de sus compañeros; uno que claramente no fructificó, porque eventualmente todos ellos caerían por el curso de agua.

Si prestan atención a estos incidentes, y a diferencia de lo que había estado sucediendo casi constantemente en los últimos años, solo uno de ellos corresponde a lo que conforma el núcleo de lo que nos reúne: el montañismo y la escalada. Situación que pone sobre el tapete, de nuevo, qué tan pertinente es incluir en estos recuentos accidentes fatales de actividades que, si bien comparten el mismo escenario geográfico, obedecen a dinámicas disímiles.

La cuestión es válida y, por supuesto no hay una sola respuesta. Algunos consideran que incorporarlos solo distrae, mientras que otros plantean que sí corresponde incluirlos, dado que solo de esa manera se puede transparentar el real nivel de riesgo que estas actividades tienen.

¿Mi posición? Muy simple. Armar una recopilación de carácter inclusivo. Con el objetivo de entregar la mayor cantidad posible de información verosímil a las personas, para que ellas puedan decidir por sí mismas a qué le deben prestar atención y a qué no.

Cuídense y nos vemos en el siguiente recuento.