Febrero 2015
Resistiéndose a morir, con ustedes el único recuento que existe de la actividad del montañismo chileno. Que espero algún día sirva de algo a alguien.
Para evitar que un recién llegado venga y me rete, les repito que el recuento trata de ser completo en cuanto a los accidentes fatales y los intentos o logros con algún grado de significación deportiva. Que hayan ocurridos entre abril y septiembre del 2014, de la mano de chilenos o extranjeros radicados en Chile. Por supuesto solo montañismo, en su más extensa definición, pero dejando fuera a expresiones que se las dan de extremos pero que son puro chupar loly-pops.
Recuento creado gracias a la ayuda e información de varias personas, dentro de las cuales quisiera agradecer a Sebastián Rojas, Rafael Testart, Jimmy Mora, Vasco García, Martin Link, Diego Collao, Alejandro Mariño, Armando Montero, Bárbara Donoso, Nicolás Gutiérrez, Gunther Hiche, Evelyne Lizama, Pablo Besser, Steffen Welsch, John Wayne, Rock Hudson y Gregory Peck.
Como es la costumbre, comenzamos el recuento con los accidentes fatales. Segmento donde no hago broma alguna y trato el asunto con el respeto que se merece. En la próxima entrega… las escaladas.
Empecemos.
Julio en el centro
En orden cronológico, el primer incidente ocurrió el domingo 13 de julio, en los Andes Centrales de Chile, cuando Jorge Vásquez, de 30 años de edad, se dirigió al Cajón del Maipo con la idea de escalar en el día, solo, la ruta “Canalón de los Perros”, en el cerro Chacaya.
Llegó en auto junto a un amigo, con quien acordó estar de regreso antes de las 6 de la tarde, lo que le daba a Vásquez 12 horas para entrar en la ruta, subir y bajar.
El día transcurrió sin novedades. Pero la hora límite se cumpliría y Vásquez no aparecería de regreso. Lo cual motivó a su amigo a solicitar ayuda a Carabineros de Chile en el retén de San Gabriel. Desde donde se pudo lograr, con varias comunicaciones de por medio, que esa misma noche 4 voluntarios del CSA inspeccionaran el área. Lamentablemente no encontraron señales de Vásquez y, para peor, se puso a nevar. Obviamente la búsqueda tuvo que suspenderse.
Al día siguiente, lunes 14, se reanudó un operativo amplio que incluyó GOPE, CSA y particulares, que abarcó el Cajón del Chacaya completo pues no había certeza de dónde exactamente Vásquez podría haberse metido. Nuevamente, no habría resultado.
Pero el martes 15 se enfocaron precisamente en la Cara Sur de este cerro, donde realizaron una cuidadosa operación rastrillo que a las 16:30 horas dio con el cuerpo sin vida de Vásquez.
Esta es la segunda víctima fatal que el cerro Chacaya produce en la última década. Y la primera por esta ruta.
Agosto en el sur
Un mes después, el Sur de Chile. Un grupo de tres personas se dirigió al Lanín para intentar su ruta normal. Eran el español Luis Sánchez (30), el mexicano David Fernández (24) y el alemán Martin Link (25).
Como bien sabemos, es necesario pasar la frontera con Argentina por el paso Mamuil Malal y cumplir las formalidades que el vecino país exige, cosa que estos jóvenes hicieron el 14 de agosto. Luego de lo cual, aproximadamente a las 11 horas de ese mismo día, comenzaron el ascenso con la idea de acampar en el refugio del Club Andino, a unos 2.500 metros.
Pero a la salida de lo que se denomina la Espina del Pescado (aproximadamente a 2.350 metros), entre las 3 y las 4 de la tarde, la nieve comenzó a ponerse dura y el grupo decidió usar crampones. Para lo cual se desplazó lateralmente en dirección al antiguo refugio militar que se encontraba cerca, a cota, a no más de 15 metros de distancia horizontal. Lamentablemente, involucrado justo en tal maniobra, Sánchez daría un mal paso, perdería el equilibro y comenzaría a deslizarse sin control hacia abajo, por la fuerte pendiente.
Tras lo ocurrido, Fernández bajaría para avisar del hecho, mientras que Link iría en busca de Sánchez para ayudarlo. Lo encontraría mil metros más abajo, inconsciente, polifracturado, y, a pesar de los métodos de reanimación que le aplicó por media hora, no hubo caso. Era evidente que su compañero había fallecido.
La recuperación del cuerpo fue realizada por personal de diferentes instituciones argentinas, al día siguiente.
Septiembre en el extremo austral
Otro salto de un mes y algo más. Un equipo internacional de cuatro personas se movilizó al monte San Lorenzo con la idea de documentar un descenso extremo en esquí. Eran los famosos freeriders Carl Fransson (31 años, sueco) y Jean Aucliar (37, canadiense), quienes viajaban acompañados por los encargados de filmar la actividad: los también suecos Bjarne Salen y Danniel Ronnback.
Tras pasar el 26 de septiembre por Balmaceda y Cochrane, se internaron en el macizo y eligieron una angosta canaleta localizada en la Cara Norte del San Lorenzo, una de aproximadamente 60 grados de inclinación y mil metros de largo.
Lo intentaron el 29. Pero cuando Fransson y Aucliar habían subido algo así como dos tercios del canalón, se desencadenó una avalancha en las empinadas pendientes somitales, la cual entró por el canal y pasó a llevar a los esquiadores, arrastrándolos con ella hasta detenerse en el glaciar que existe en la base de esa vertiente.
Salen y Ronnback estaban filmando desde un filo localizado a unos 6 kilómetros de distancia y observaron el accidente. Tras lo cual, y dado que no obtuvieron respuesta de sus compañeros por la radio, se comunicaron por teléfono satelital al exterior para dar cuenta de lo ocurrido. Luego, y ante los múltiples riesgos en que incurrirían si intentaban acceder al lugar donde estaban los esquiadores, optaron por descender a la cabaña Toni Roher a esperar la llegada de más ayuda.
Al día siguiente, un helicóptero de Carabineros de Chile llevando al montañista nacional Armando Montero, sobrevoló la escena y, si bien no pudo aterrizar debido a lo complejo del terreno, logró localizar a los esquiadores y comprobar más allá de cualquier duda que estaban sin vida.
El sitio exacto donde yacían pertenece a Argentina, lo cual hizo que las maniobras de recuperarlos fueran de responsabilidad de sus organizaciones. Pero en los momentos en que se redactan estas líneas, ello aún no ha ocurrido debido a los riesgos que conlleva realizar un operativo en dicho sitio.
Olvido Uno
Hay un incidente que ocurrió en el pasado y que no comenté cuando correspondía, el recuento anterior, sencillamente porque no tuve idea del caso. Me refiero al desaparecimiento de Laureano Santos.
Un ciudadano argentino de 26 años de edad que ingresó a Chile el 22 de diciembre del 2013, por el paso fronterizo Dorotea, con la intención de visitar Torres del Paine. Tras entrar al Parque al día siguiente, dormir en el sector Dickson y ser visto para Navidad en el área de Los Perros, nunca más se sabría de él.
Pero pasaría su tiempo antes de que se desencadenara alarma. El período que pasó hasta que su fecha de regreso a Bariloche se cumplió, el 5 de enero, y el no apareció. Tras una espera prudente, y dada la falta completa de noticias, sus cercanos se comunicaron el 10 de enero con el Parque Nacional para avisar de la situación. Luego de lo cual se inició una búsqueda formal por presunta desgracia que se llevaría a cabo por aire y tierra. Sin embargo, debido a los nulos resultados, en febrero del 2014 se suspendieron los operativos.
Pasaría casi un año. Hasta que en la mañana del sábado 8 de noviembre del 2014, a un costado del sendero que une los campamentos Los Perros y El Paso, se encontrarían los restos mortales de una persona que, dado el equipo, documentos y vestimenta, parecería ser Santos.
La confirmación final de quién se trata, y la causa de su fallecimiento, solo pueden ser determinadas vía análisis genéticos y autopsia, información que no ha sido hecho pública todavía.
Olvido Dos
Para hacer las cosas peor, hubo otro caso al cual tampoco le presté la debida atención hace dos años, aunque en esta situación fue por una razón distinta: asumí erróneamente que Chile no estaba involucrado.
Ocurrió a principios del 2013, en el nevado Tres Cruces. Cuando el ciudadano argentino Ricardo Córdoba, oriundo de Catamarca y con 59 años de edad, se dirigió a la Puna de Atacama para intentar el ascenso del Tres Cruces, montaña limítrofe entre Chile y Argentina que cuenta con varias cumbres principales.
Estando Córdoba el 7 de enero en la aduana argentina del Paso San Francisco, se encontró con el montañista francés Guillaume Ceyrac (41), a quién le ofreció transporte en su vehículo. Juntos se fueron al Salar de Maricunga para regularizar su estadía en Chile (allí se encuentra la respectiva aduana de nuestro país) y luego se dirigieron al cerro, pudiendo avanzar en vehículo hasta los 4.800 metros. Después de eso se separaron, cada uno enfocado en la realización de sus planes: Córdoba deseaba intentar solo la cumbre sur del Tres Cruces, la más alta (6.749 m), mientras que Ceyrac se había preparado para ascender las tres principales (Norte, Central y Sur).
Dos días después, el 9 de enero, se volverían a encontrar y compartirían campamento en el collado a 6.000 metros que existe entre las cumbres Central y Sur. Como Córdoba no estaba bien aclimatado aún, al día siguiente se quedó descansando en su carpa mientras que Ceyrac, quien ya días antes había subido la cumbre Central (6.629 m), ascendía ahora la Sur. Al francés le fue bien y un día después, el 11, Ceyrac levantó campamento para irse en busca de la que le faltaba, la Norte, lo que le hizo tener que despedirse de Córdoba, quien seguiría todavía en el collado.
Posteriormente, un par de días después, Ceyrac se retiraría del área y notaría que el vehículo de Córdoba todavía estaba estacionado donde lo habían dejado. Notificaría del hecho a la agencia con la cual se estaba entendiendo, aviso que desencadenó algunos días más tarde la alerta cuando definitivamente Córdoba no dio señales de vida.
Hubo varios intentos para localizarlo, involucrando organizaciones y también voluntarios, tanto por Chile y Argentina. Búsqueda que efectivamente dio con la carpa y algunos enseres de Córdoba, pero de él… nada.
A la fecha continúa desaparecido.
Literalmente molido
De todas las historias de sacadas de crestilandia que circularon por ahí, escogí esta para terminar e ir aligerando un poco el tono. Es el caso de la cordada del chileno Rafael Testart y el norteamericano Andre Landau, quienes ascendieron el Plomo a principios de septiembre, o sea invierno, en tres días.
Ese no es el cuento. Sino que querían bajar esquiando el Iver, glaciar que puede ser fácil o difícil; depende. A veces tiene buena nieve y es un placer. En ocasiones parece whisky de resort pobre; puro hielo.
En el caso de estos muchachos, tras alcanzar la cumbre, se colocaron arriba del glaciar, se calzaron los esquís y ¡listo! Para abajo. Encontrándolo… más duro que pilar de muelle. Un hielo difícil de cortar y, obvio, peligroso.
Pero no por eso cejaron. Giro por aquí, giro por acá, y fíjate tú linda que pudieron negociarlo bien. Tanto que casi habían terminado, faltándoles algo así como 200 metros no más para llegar abajo, cuando Landau perdió pie y chaus, comenzó a deslizarse infinitamente por la pendiente. Siempre bajo la atenta mirada de Testar que pensaba en dónde iba a encontrar otra cordada tan buena como esa.
Sin embargo, increíblemente, Landau pudo autodetenerse. ¡Llevaba piolet! Maniobra que bueno, lo dejó sin poder mover el brazo izquierdo por un par de horas. Pero eso… eso es un detalle no más.
¿Moraleja? Más vale tener la mano en el piolet que en el seno de la vecina.
Continuará
Así es, ya lo saben, en el próximo capítulo los intentos y escaladas más memorables. Estrellas invitadas: Bart Simpson.
¡Tutaonana!

 


 

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