Febrero 2017
Terminadas las turbulentas aguas de aquello que nos hace esclavos (y luego nos libera) finalmente retomo el tema de los accidentes fatales que han afectado a nuestra querida comunidad de montañistas, escaladores, esquiadores, excursionistas, aventureros y similares.
Como cada vez se van incorporando más personas a la lectura de estas recopilaciones, es bueno dar un poco de contexto. Decir, por ejemplo, que se vienen realizando desde hace 15 años y que tienen como objetivo global entender el fenómeno de la accidentabilidad en nuestros ambientes de montaña. Siempre con la intención de brindar información de calidad y sin enredarse en la búsqueda de culpables o negligencias.
Las reglas a seguir son simples. Se enumeran casos que afectan a chilenos o extranjeros, ocurridos entre abril y septiembre del 2016 (inclusive), en actividades que tienen relación con los deportes de montaña (y otros conexos) y que hayan provocado (lamentablemente) víctimas fatales.
Como es de entender, un reporte como este solo es posible gracias a la generosa ayuda de muchas otras personas. Entre las cuales en esta oportunidad quisiera mencionar a Natalia Seguel, Leo Martínez, Alexander Storm, Rodrigo Escobar, Claudia Riquelme, Cristián Canteros, Daniel Tureo, Mauricio Vargas, Claudio Muñoz, Roberto Mercado, Rolando Martínez, Constanza Toro, Hernán Puga, Andrea López, Vasco García, Jaime Rodríguez y Loreto Pérez.
Y, como el asunto es triste y genera dolor, nada de chistes o ironías en los siguientes segmentos.
Comencemos.
Mina Los Bronces
El primero de los incidentes ocurrió el 11 de abril, cuando a las 4 de la tarde un helicóptero de la empresa Suma Air ingresó al interior de la mina Los Bronces para ir en ayuda de un técnico especialista de la consultora Geoestudios que había tenido un accidente (la prensa reportó que se trató de una fractura). En él iban el piloto Andrés Silva, el escalador Andrés Zegers y el montañista y esquiador Andrés Middleton.
El herido se encontraba acompañado por colegas a la espera de ser evacuado, pero en la maniobra de acercamiento del helicóptero una de sus aspas tocó el talud y se desestabilizó, yéndose cuesta abajo por la pendiente e incendiándose. Zegers alcanzó a saltar (o fue eyectado, no lo sé) y con eso se salvó de continuar cayendo dentro del aparato, una suerte que sus compañeros no tuvieron.
Los heridos serían asistidos inmediatamente por una de las personas que estaba acompañando al accidentado original, y luego se desencadenaría un operativo de evacuación que lograría trasladarlos de suma urgencia a Santiago. Poco después se informaría que Zegers estaba fuera de riesgo vital (solo policontuso), no así Silva y Middleton, quienes ingresaron con quemaduras que eran de tal gravedad (por sobre el 90% del cuerpo) que terminarían por fallecer. Silva en la madrugada del martes 12; Middleton, el domingo 17.
Algunos podrán argumentar que, en rigor, este accidente no es uno de montaña (en el sentido clásico de lo que acostumbramos a mencionar aquí) sino que uno de tipo aéreo. Sin embargo me pareció pertinente mencionarlo porque todos los involucrados, incluyendo quienes estaban con el accidentado original, eran y son colegas nuestros. De hecho, Andrés Middleton poseía una larga y continúa carrera como esquiador, luego como exitoso guía de alta montaña y más tarde como experto en proyectos de exploración e investigación glaciológica. Y Andrés Silva, por otro lado, era un ex-piloto de Carabineros de Chile quién realizó aquellos famosos rescates en Torres del Paine en la década del 90 (entre ellos, el español de la Pared Este de la Torre Central y el chileno que cayó bajando de la Monzino).
Estero Parraguirre
Este último invierno los Andes Centrales chilenos vieron la visita de la famosa freerider sueca Matilda Rapaport. Miembro del equipo Red Bull y ganadora, entre otras cosas, del Scandinavian Big Mountain Championships (2011) y el Xtreme Verbier (2013).
En esta oportunidad ella estaba involucrada en la realización de un comercial que implicaba realizar algunos descensos fuera de pista, para lo cual el 14 de julio los involucrados se trasladaron en helicóptero al estero Parraguirre (que corre paralelo al Olivares pero más al oriente). Vendría una primera bajada por una cara noroeste y no habría problemas. Luego el helicóptero volvería a aterrizar en el mismo punto y vendría una segunda bajada justo al lado de la primera, pero esta vez cara oeste. Sin embargo en esta ocasión, y cuando ya Rapaport estaba por terminar, se desencadenó una avalancha. La esquiadora, que bajaba sola y llevaba todo el equipo de seguridad estándar, trató de evitarla mas terminaría siendo atrapada por ella.
El personal de la Parva que fue requerido para ayudar en su rescate la encontró inconsciente y de ahí Rapaport fue derivada a la Clínica UC San Carlos, en Santiago, adonde ingresaría aproximadamente 90 minutos después de haber sufrido el accidente. Sin embargo no experimentaría mejoría, permaneciendo en dicho centro hospitalario en coma inducido por cuatro días, hasta que el 18 de julio fallecería por las complicaciones producto del daño cerebral debido a la asfixia que la avalancha provocó.
Cerro Manquehue
Tres amigas se encontraban realizando el ascenso del cerro Manquehue por la ruta normal, el 27 de agosto, cuando en el descenso, en horas de la tarde y con la oscuridad no muy lejana, una de ellas, Geraldine Storm (37), quedó atrás.
En un principio sus compañeras no se preocuparon, además respaldadas por el continuo intercambio de mensajes de texto que mantenían. Pero la situación rápidamente derivó a franca alarma cuando se hizo de noche, los mensajes cesaron y ella no apareció.
Las autoridades respectivas fueron advertidas de la situación, pero a pesar de iniciarse inmediatamente el procedimiento de búsqueda no podrían encontrarla esa noche. Sí al día siguiente, cuando dieron con el cuerpo sin vida de Storm a los pies de un barranco de unos 30 metros de alto.
Considerando que ella no era una novata, y que se han visto varios accidentes en ese mismo sector (que desde la cumbre se tiende a bajar derecho en dirección hacia el palo de agua), se presume que quizás debido a la oscuridad, ella inadvertidamente habría ido a dar al barranco, derrapando y cayendo por él.
Cerro San Gabriel
El sábado 3 de septiembre un grupo de 11 personas del club Demonios de Montaña se movilizó al cerro San Gabriel para intentar su ascenso por la ruta normal.
Tras acampar en el primer plateau, ellos partieron en demanda de la cumbre un poco después de las 5 de la mañana del domingo. Pronto encontraron nieve dura, se calzaron crampones, un compañero se devolvió, y una hora y media después, aún a obscuras, se detuvieron para descansar (antes de llegar al segundo plateau).
En eso estaban cuando hubo un entrevero: una persona se resbaló un par de metros (logró autodetenerse) y otra compañera perdió por un momento el equilibrio (sin consecuencias). Movimientos de riesgo potencial que ocasionaron el súbito impulso de Marcelo Inostroza, probablemente la persona de más experiencia en el grupo, de bajar para brindar asistencia. Para lo cual también se deslizó por la nieve, siempre atento a autodetenerse, pero sin percatarse que justo debajo suyo había un resalte; el cual lo hizo ganar velocidad, perder el piolet y desaparecer pendiente abajo en medio de la oscuridad.
Los siguientes eventos y la preocupación desencadenada son fáciles de imaginar. El grupo a gritos trató de saber de Inostroza, pero, al no obtener respuesta, regresó y terminó por encontrarlo al inicio del helero, aproximadamente unos 500 metros más abajo. Inostroza ya estaba siendo atendido por otro grupo y se presentaba tan policontuso que de inmediato se hicieron las gestiones para solicitar rescate.
El GOPE llegaría al lugar a las 12:15, un helicóptero lo sacaría a las 13:00 horas y pronto estaría en la Posta Central de Santiago. Pero Inostroza, que a las 11:30 había perdido el conocimiento (para luego caer en un paro cardiorrespiratorio) no sobreviviría a pesar de las continuas maniobras de reanimación que se le hicieron.
Volcán Villarrica
El siguiente problema fue al día siguiente (5 de septiembre) en el volcán Villarrica.
El clima en el área era “razonable” y se veía la actividad habitual para intentar el consabido ascenso. Sin embargo, al llegar al inicio del glaciar, los guías a cargo de los grupos comerciales decidieron no continuar debido a que la nieve estaba demasiado dura. Distinto a lo que hizo una familia de 4 franceses, quienes consideraron que no habría problema en seguir; entonces se sacaron los randonés con los cuales venían subiendo, se calzaron los crampones y reanudaron la marcha. Ellos eran Philipe Chlonge (57), su esposa Sylvie y sus hijos Julien (28) y Pierre (20); este último un esquiador extremo.
No obstante, en algún momento de su desplazamiento (saliendo de lo que se conoce como “El Filo”) se produjo la caída de los 3 varones, quienes fueron a dar a la larga vertiente oeste, una que se aleja de la ruta normal.
Sylvie pudo advertir a gritos de lo ocurrido (como iba más atrás se salvó de ser arrastrada) y los guías presentes, que como gremio ya cuentan con un protocolo de cooperación y reacción en caso de accidentes, inmediatamente se reorganizaron: mientras que Sylvie era bajada junto a los clientes, los guías Richard Monsalves y Cristián Canteros fueron en ayuda de los franceses.
Estos últimos, tras dar con la respectiva línea de descenso, observaron que uno de los accidentados (Julien) había resultado indemne de la caída (había logrado autodetenerse a tiempo) y estaba justo llegando donde sus familiares, los cuales yacían uno cerca del otro tras haberse deslizado aproximadamente 400 metros.
El papá (Philippe) estaba policontuso aunque consciente; pero su hermano (Pierre) no presentaba signos vitales, por lo que Julien procedió inmediatamente a realizarle maniobras de reanimación. Fue en eso que llegaron los chilenos y también una tercera persona, un paramédico extranjero que andaba de visita en el volcán y había presenciado lo ocurrido. Entre todos trataron de salvar la situación, haciendo lo posible por estabilizar a Philippe y, por supuesto, recuperar a Pierre. Sin embargo, después de un buen rato trabajando sobre él, fue evidente que este había fallecido.
Debido a lo inaccesible del lugar donde estaban, optaron por bajar a Philippe y Pierre derecho hacia abajo, por un par de horas, hasta que motos de nieve y personal adicional de ayuda los salieron a encontrar viniendo desde abajo.
Volcán Puntiagudo
Una semana después, en la misma zona, se produjo una pequeña ventana de buen tiempo; específicamente entre el martes 13 y jueves 15 de septiembre. La cual fue aprovechada por varias cordadas para intentar el ascenso del Puntiagudo por su ruta “normal” (la Arista Noroeste). En particular debo referirme a dos que entraron al cerro el miércoles: una constituida por los chilenos Diego Campos (26) y Mauricio Castro (24); la otra por los argentinos Martín Marini (33), Fernando Calabozo (30) y Alin Erickson (35).
Este último escalador solo llegaría al campamento y se devolvería, desistiendo de intentar el cerro. Los restantes, tanto chilenos como argentinos, harían cumbre el día jueves, realizarían juntos los rapeles, en algún momento de la bajada serían pillados por la noche y el mal tiempo, y cada equipo se refugió en su propia cueva de nieve; cerca unos de los otros, a unos 2.200 metros de altitud. Pero la tormenta continuó al día siguiente y los muchachos tuvieron que tentar el regreso. Los chilenos hicieron un rapel más, dejaron la cuerda tirada y continuaron ganando terreno en medio de una situación que ya era crítica. Castro pudo adelantarse un poco y logró salir del cerro, encontrando un refugio de leñadores en medio del bosque donde pudo guarecerse y esperar por su compañero. Pero Campos no apareció.
Castro pasó otra noche más ahí, gritando de vez en cuando para dar con su amigo, pero nada. Al otro día, sábado 17, y entendiendo que la situación excedía lo que él podía hacer, optó por continuar con el descenso para eventualmente dar aviso de lo que estaba pasando. En paralelo, Erickson (el argentino que no había intentado la ruta) también había alertado de la situación.
A partir de ese momento comenzaría los procedimientos de búsqueda y rescate, en la medida que el clima lo permitía y siempre con la esperanza de encontrarlos con vida refugiados en alguna parte. Pero el domingo 18 los cuerpos sin vida de Campos y Marini fueron visualizados (y recuperados) mientras que el de Calabozo aparecería casi una semana después de los hechos, el 23 de septiembre.
Se asume que la causa principal de sus decesos fue la hipotermia. Una gatillada y potenciada por el mal clima, las bajas temperaturas y el agotamiento.
Armerillo
Para el siguiente incidente, es mejor partir refiriéndose a los hechos.
El 1 de septiembre, el chileno Guillermo Romero, de 38 años de edad, salió de excursión; dos meses más tarde, el 14 de noviembre, sus restos mortales fueron encontrados por pescadores cerca de un río al interior de San Clemente, en la zona de Armerillo (esto es donde confluyen los ríos Claro, Melado y Maule, en la séptima región de Chile). Adicionalmente se reportó que cerca suyo estaban los restos de una fogata y también un casco de escalada.
Eso es lo que se sabe con certeza. Ahora, tratar de reconstruir lo ocurrido usando para ello la información de la cual se dispone… es algo más aventurado.
Romero tenía experiencia en actividades al aire libre y antes de partir había manifestado, a través de las redes sociales, su intención de realizar alguna actividad para los primeros días de septiembre. Pero los planes que comunicó no fueron consistentes y variaron entre realizar una excursión a las Cascadas de las Ánimas (sector del río Achibueno) o hacer la caminata de 15 kilómetros por la ruta Talca Corinto.
Lo que sí no puedo dejar pasar, lo lamento, es que se le criticó mucho a su familia que solo advirtiera de su desaparición el 30 de septiembre; es decir, un mes más tarde. Reproche que encuentro injusto porque, primero, Romero era mayor de edad; y, segundo, porque él acostumbraba a partir por períodos extensos de tiempo sin dar noticias de su paradero. Una actitud que es más frecuente de lo que se admite entre quienes gustan de la vida al aire libre.
Varios
Por supuesto, hubo otras víctimas fatales en actividades que comparten nuestro teatro de acción aunque no son consideradas habitualmente como montañismo (y sus subdivisiones). De ellas, quisiera mencionar tres.
A mediados de abril se realizó en la zona de Puerto Natales, y en medio de condiciones climáticas adversas, la segunda edición de la Ultra Fiord 2016. En dicha prueba el sábado 16 de abril uno de los participantes en la distancia de 160 kilómetros (la ultra maratón), el mexicano Arturo Martínez de 58 años de edad, falleció cuando ya llevaba más de 24 horas de carrera y había cubierto por lo menos 90 kilómetros del recorrido. Un nuevo caso fatal que afecta al trail runner. Y creo que ha llegado el momento de entrar a analizar en mayor detalle lo que está ocurriendo en esta disciplina, algo que pretendo hacer en la siguiente columnas.
En paralelo, un sistema frontal afectó la zona central a partir del 13 de abril, causando daños de distinta consideración y generando preocupación por el destino de 7 arrieros en la comuna de San Fernando. Con el paso de los días todos ellos aparecerían, no así Mateo Machuca, de 73 años, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado el 7 de mayo por una patrulla de Carabineros en la quebrada Las Yeguas, a unos 10 kilómetros de Termas del Flaco.
Y, finalmente, el caso de Renato Jhonson, de 49 años, quien el 17 de julio realizaba descenso en bicicleta de montaña y fue a dar a las aguas del embalse El Yeso, ahogándose.
No Fatales
Hasta ahí se tendría la lista de los accidentes con resultado fatal. Pero, en cuanto a aquellos donde las víctimas sobrevivieron pues… se repitió la tendencia observada en las temporadas anteriores: una enorme cantidad de incidentes. Imposible cubrirlos todos con propiedad. Y si replico algunos aquí, es solo para que tengan una idea de los que estamos hablando.
Casos como: un escalador en Torrecillas del Manzano que se cayó 15 metros en la ruta Satori, un joven que estuvo desaparecido 12 días en Altos de Lircay en abril (fue encontrado con una fractura), un perdido en el Leonera que terminó con amputaciones en sus dedos de las manos por congelamientos (también en abril), una gravísima caída con múltiples fracturas y compromiso de consciencia en el Diente el Diablo, dos perdidos en el Punta de Damas que terminaron pasando la noche a pelo, un francés lesionado en el Descabezado Grande (fractura), un corredor trail runner perdido en la Sierra de Ramón en mayo, múltiples accidentes en el Antuco a principios de septiembre con fracturas para todo los gustos, una joven perdida tres días en el Punta de Damas, un accidente en el Planchón, y luego también otros en el San José, Piuquencillo, Melosas, Minillas, Manquehue, Pochoco, Los Queñes, La Campana, etc. etc., etc.
Volumen de información estos últimos que (cambia todo cambia) para un recuento como el que yo realizó se ha hecho inmanejable. Razón por la cual a partir de ahora dejaré de contabilizarlos, para solo mejor enfocarme en las víctimas de accidentes fatales.

 


 

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